IBA TAN RÁPIDO QUE NI LOS RADARES PUDIERON DETECTARLO… HASTA QUE….

IBA TAN RÁPIDO QUE NI LOS RADARES PUDIERON DETECTARLO… HASTA QUE….

Cada noche pasaba por los túneles de peaje de acceso a Barcelona a más de 200 Kms/h y lo hacía tranquilo porque nunca recibió un boletín de denuncia por exceso de velocidad. En ese tramo, una noche, un turismo deportivo colisionó con el arco de entrada al túnel. La Policía y los bomberos recogieron solo trozos minúsculos de metal y residuos orgánicos. No volvió a pasar aquel infractor.
13 Enero 2016

Me explicaba quien fue responsable de la seguridad vial en Cataluña que el Ingeniero Jefe del Centro de Control del tramo de autopista de peaje de acceso a Barcelona no sabía como resolver un problema de identificación de un infractor recalcitrante. Entre las 2 y las 4 de la madrugada de prácticamente todos los días laborables, el adormilado controlador de las pacíficas noches era despertado por el ruido de las alarmas de un vehículo que circulaba por el interior de los túneles a una velocidad excesiva. La limitación de velocidad era de 80 Kms/h, señalizada prolíficamente, pero el inefable “Nuvolari” o “Fitipaldi” (referencias populares a los grandes campeones, que por supuesto respetamos), seguía pasando a altísima velocidad sin dar tiempo a captar su matrícula, su modelo, su velocidad y su infracción, muy a pesar de los medios técnicos extendidos a lo largo del recorrido controlado. Ni los radares, ni las cámaras, ni las pantallas, conseguían identificarlo. Sin duda el misterioso infractor era un experto ingeniero que sabía de las limitaciones de las técnicas de detección de velocidades. Los radares se basan en el efecto Doppler que consiste en mandar ondas hacia el vehículo que tras reflejarse en el mismo, regresan al aparato que marca la velocidad según la frecuencia de las ondas de regreso. A partir de una velocidad elevada, se pierde la posibilidad de obtener un regreso de las ondas con suficiente calidad y precisión. Se estima que ese fenómeno se produce a partir de los 200 Kms/h. El fraglante infractor actuaba con todos los agravantes penales posibles : premeditación, nocturnidad y alevosía, un perfil del perfecto delincuente. 

Ante esta situación, los responsables del tráfico empezaron a organizar otro tipo de cautelas y medidas, menos técnicas pero quizás más eficaces, que serían las del control policial, que, es sabido, no generan especial entusiasmo a las organizaciones de la gestión de las autopistas de peaje.

Cuando ya tenían todo preparado para un control policial en el acceso de entrada de la autopista a la ciudad, una noche a las 3 de la madrugada, un vehículo a altísima velocidad impactó de frente con el arco de hormigón de la entrada del túnel en el tramo controlado. El impacto fue tan salvaje que no quedó prácticamente nada de metal o residuos orgánicos del conductor que permitiera ninguna identificación (las matrículas estaban despedazadas). Uno de los policías lo calificó de dantesco, otro dijo que solo se podía barrer todo para dejar expedita la vía pública. Por un número de motor se identificó que se trataba de un conocido empresario de una empresa relacionada con la movilidad, muerte que tuvo un importante eco social.

A qué velocidad debía ir este conductor ese día y todos los días por el túnel de acceso a Barcelona?.

Sobre la misma tgemática, el responsable de seguridad vial que me explicaba esta triste anécdota me comentaba que por las Fiestas de la Merced, patrona de Barcelona, había preparado una jornada de seguridad vial cuyo acto principal era lanzar un vehículo de turismo con un dummy dentro desde lo alto de la Torre Mapfre al suelo mediante un cable que asegurara la trayectoria de la caída para impactar sobre unas planchas metálicas suficientemente resistentes que no ocasionaran trastorno ni desperfectos en el punto de caída, para demostrar cuales son los efectos de un impacto a una velocidad de 200 Kms/h contra un objeto fijo. Unos expertos alemanes tutelaban el proyecto que, por su peculiaridad estaba teniendo una acogida mediática medio burlesca, medio expectante, pero lo cierto es que una televisión estaba dispuesta a poner cámaras que iban a seguir la caída hasta el detalle de la colisión contra el suelo y habían sponsores que se hacían cargo de todos los gastos a cambio de los derechos de imagen. Gasto público cero y efectos mediáticos preventivos activados, que era el objetivo del proyecto. Una semana antes de la prueba se recibió la orden política de suspenderla por no garantizar la seguridad de los espectadores. Puede ser que no estuviera garantizada la seguridad en lo que se refiere a alguna parte metálica que saliera proyectada lejos del punto de impacto. En su lugar y para no decepcionar a las expectativas, se lanzó un conocido locutor de televisión en parapén desde la Torre Mapfre.  Los expertos alemanes nos habían garantizado que, a 200 Kms/h, el impacto contra el suelo hubiera dejado totalmente destrozado el vehículo y el dummy, en partículas de muy poco tamaño.

El corolario es que a partir de una determinada velocidad, la salida de la vía con impacto contra objeto fijo, deja muy pocas posibilidades de supervivencia. La moraleja es que circular es un sistema de desplazamiento dentro de una comunidad y que conducir es una forma de convivir.

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