ALBERT SERRATOSA: Flujos de tráfico y seguridad vial

ALBERT SERRATOSA: Flujos de tráfico y seguridad vial

La gestión de la movilidad de mercancías y personas requiere un marco muy preciso a largo plazo de ordenación del territorio. Tanto Ildefonso Cerdá en su momento como Albert Serratosa que nos acaba de dejar han sido sabios urbanistas con gran capacidad de ver el futuro del tráfico seguro.
27 Septiembre 2015

Al fallecer Albert Serratosa nos hemos quedado huérfanos de sabiduría urbanística y de una voz valiente y única en materia de seguridad vial. El obituario publicado en La Vanguardia de Barcelona por Jordi Juliá Sort, Presidente de la Comisión de Urbanismo y Movilidad del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Cataluña, el 22 de Septiembre, es un completo compendio del perfil del amigo Albert, que merece estar en nuestro Blog y en nuestro portal. Ha sido, es y será un referente. Estamos seguros que por muchos motivos a Serratosa le va a gustar ahora donde esté, que este recuerdo de su obra se publique el 27 de Septiembre de 2015.

"Muchas personas a lo largo del tiempo han destacado en la tarea de hacer posible la Barcelona actual que tanta admiración despierta por todo el mundo. Algunas de estas, especialmente artistas, políticos, empresarios, arquitectos, han alcanzado el reconocimiento de amplios sectores de la población, mientras que otras, por la propia naturaleza de su actividad, son mucho menos conocidas. El ingeniero de caminos Albert Serratosa i Palet fue el director del Plan General Metropolitano, el documento que ha ordenado el desarrollo de la conurbación de Barcelona, desde Castelldefels hasta Montgat y desde el mar hasta Collserola, desde el año 1976 hasta la actualidad. El trazado de las rondas, la expansión del puerto y del aeropuerto, la preservación del delta del Llobregat y de la sierra de Collserola como pulmones verdes, la apertura de la ciudad en el mar... son sólo algunos de los ejemplos de aquello que no habría sido posible, o habría sido mucho más complicado de hacer, sin el rigor técnico y el coraje de Albert Serratosa y su equipo de jóvenes colaboradores que en las postrimerías del franquismo redactaron un documento que sólo fue posible aprobar en el año 1976 aprovechando las convulsiones de la transición.

Albert Serratosa pasó su infancia entre el Poblenou industrial y los veranos idílicos en un Lloret de Mar donde la industria del turismo todavía no había hecho estragos, y eso lo marcó. ¿Por qué tenía que haber tanta diferencia entre el uno y el otro? ¿No tendríamos que aspirar a que todo el mundo viviera, fuera cual fuera su condición social, en entornos donde edificación y naturaleza convivieran armoniosamente?

Acabado el bachillerato, se trasladó a Madrid para estudiar en la exigente escuela de ingenieros de caminos de Madrid. Pero su vivo interés por el resto de conocimientos lo acabó convirtiendo en un humanista y decidió encaminar su tarea profesional a resolver los problemas de aquellos lugares de alta densidad humana, allí donde se produce la máxima concentración de problemas de convivencia y de coordinación, es decir, en las ciudades. Así descubrió el urbanismo y que uno de los inventores de esta ciencia, incluso de la propia palabra urbanismo fue otro ingeniero de caminos catalán, Ildefons Cerdà, que más de un siglo antes, con las mismas inquietudes, con celo de visionario, imaginó cómo tenía que ser la estructura física de una Barcelona ordenada y socialmente equitativa, el Eixample, y no dudó en entrar en las luchas políticas para hacer posibles sus ideas. Serratosa se convirtió en admirador y propagador de la obra de Cerdà, entonces casi desconocida, y acabó llevando los nombres de Barcelona y de Cerdà por todo el mundo.

Serratosa empezó a trabajar como ingeniero en el Ayuntamiento de Barcelona, donde llegó a desarrollar cargos de responsabilidad política en las postrimerías del franquismo y durante la transición, pero sólo en la medida en que eso le permitía contribuir a hacer la ciudad que creía necesaria. Impulsó también la creación de la Escuela de Ingenieros de Caminos de Barcelona, de la que fue catedrático de Urbanismo, y explicaba a sus alumnos que el Plan General Metropolitano había reducido a la mitad los permisos de edificación del territorio respecto de lo que el anterior planeamiento preveía. Barcelona corría el peligro de convertirse en el doble de densa de lo que ya es, tener muchos menos espacios verdes y sufrir una red viaria deficitaria. Pero eso implicaba cortar de raíz las expectativas de negocio de mucha gente poderosa, y Serratosa tuvo que aguantar enormes presiones políticas e incluso amenazas personales.

La siguiente tarea a la que Serratosa se dedicó fue el túnel del Cadí. Su pasión por el urbanismo la hacía extensiva a la ordenación de todo el territorio, de manera que promovió la idea del eje Cadí-Pimorèn y acabó dirigiendo las obras de la construcción del túnel del Cadí. Después de eso, se incorporó a la Generalitat para desarrollar el planeamiento de toda la región metropolitana de Barcelona, pero esta vez sus propuestas no fueron comprendidas y su plan no se llegó a aprobar. A pesar de todo, Serratosa no perdió nunca la pasión por lo que hacía, ni su capacidad para interesarse por muchas cosas a la vez. propagar la obra de Cerdà y ser amigo y maestro de las nuevas generaciones de ingenieros y urbanistas. Somos ­muchos los que hemos aprendido de él, que sabemos lo que le debe Catalunya, y no lo olvidaremos".

 

¿Qué opinas de este artículo?