No hay seguridad vial sin educación vial

No hay seguridad vial sin educación vial

Martes, 3 Mayo 2016
Entrevista a Horacio Botta Bernaus por Estrella Nieto
 
Procurador, abogado, investigador y docente. Autor de importantes artículos periodísticos y libros relacionados con la seguridad y la educación vial: “Delitos de Tránsito”, “La educación vial en el 6° grado del nivel primario”, “En bicicleta compartiendo saberes y experiencias” y “El Peatón y la Seguridad Vial”, “Influencia de la inmigración iberoamericana en la siniestralidad vial”, “Accidentalidad y Seguridad Vial en países iberoamericanos”, “No te mates”, etc. Ha participado en la reconstrucción técnica y en los procesos legales de más de 23.000 siniestros viales con víctimas. Es asesor vial del Sancor Seguros y coordinador del Parque Temático de Seguridad Vial que el grupo posee en Sunchales (Argentina) destinado a la formación vial de niños. Además es director y docente del Programa Formador de Formadores en Educación Vial para maestros de nivel inicial y primario.

 

 

Horacio Botta Bernaus
Procurador, abogado, investigador y docente. Experto en seguridad vial.
 

“No hay seguridad vial sin educación vial”

E: ¿Consideras insuficiente la involucración en prevención de accidentes en los primeros años de la infancia, tanto en la educación familiar como en la formación en la escuela?

H: Es insuficiente por un principio muy simple: nadie puede transmitir lo que no ha recibido. Entonces, cuando vemos que en la familia, sobre todo en los países que tenemos más atraso en formación vial, ni siquiera han recibido una sensibilización sobre riesgos viales, es muy difícil que puedan ser eficientes en transmitir esa información a sus hijos.

Y en la escuela pasa algo similar, los docentes que no son ajenos y que son padres también y son miembros de la misma sociedad, si bien han recibido la formación para transmitir, para enseñar, tienen los argumentos y tienen las metodologías, no han recibido contenidos. Es decir, hay una falencia en la formación técnica en docentes para poder desarrollar una educación vial que transmita realmente los contenidos de seguridad vial necesarios que debe incorporar el niño. Volviendo a la frase inicial, no podemos pedir a estos formadores que enseñen materias para las que no están preparados.

Pese a que hay voluntad, a veces hay docentes o estamentos educativos que quieren hacer cosas, pero la experiencia de recorrer bastante el país y Latinoamérica, me hace pensar que esos esfuerzos, que son pedagógicamente correctos, son técnicamente incorrectos, bien porque la seguridad vial, como decía una amiga docente, son como las reglas ortográficas, si no te las enseñan no hay forma de aprenderlas, entonces los contenidos técnicos de la seguridad vial requieren un proceso de transferencia de esa información, para que a su vez, estos docentes, que son los especialistas en bajar a la realidad el conocimiento, es una falencia que no se puede suplir si no se forma al formador.

E: Para transmitir estos contenidos que indicas, tanto técnicos, como a la hora de llevarlos a la práctica ¿Cuál sería la mejor forma de hacerlo?

H: Bien, ahí está exactamente la clave. En primer lugar, quiero decir que no hay seguridad vial sin la educación vial, es decir, yo puedo saber mucho de seguridad vial, pero si no sé transmitirlo, no tengo método, no tengo recursos pedagógicos, no tengo la experiencia para poder transmitirlo, se fracasa, no basta decir ¡ponte el cinturón!, sino que hay que convencer, y por eso esta definición tan tajante. Creo que se le ha dado un lugar muy secundario en la educación vial y en todo caso a la seguridad vial…, yo vengo de la seguridad vial, con su prepotencia, porque somos prepotentes los que hacemos seguridad vial, nos creemos que dando el consejo directo “eh no puedes ser tan tonto de no ponerte el casco”, creemos que con esto ya hemos concretado la educación vial, eso es un error muy grande que cometemos. Estamos llenos de profesionales, muchos de las ciencias duras, que creen que los mensajes negativos o las sanciones son la única forma de educar. Yo estoy convencido que no es así. La seguridad vial necesita un proceso de “bajada”, como dicen los docentes, para poder transmitirla al destinatario. Cada destinatario es distinto, por eso hoy estamos trabajando en una forma distinta de pensar la educación vial, buscando su simplificación, que haga que el mensaje sea tan claro que sea imposible no entenderlo.

Pero para ese esfuerzo, que es traducir la seguridad vial a un lenguaje cotidiano, hace falta todo un desafío que los únicos que pueden afrontar son los que tienen la formación pedagógica, es decir, son los educadores. Los educadores son los que hacen accesible el conocimiento a los destinatarios.

Me parece que esto es clave. No se puede seguir hablando de seguridad vial sin pedirle a la educación vial cómo le hacemos llegar al ciudadano, al niño, al adolescente, porque, además, cada uno de estos colectivos deben ser abordados desde distintas perspectivas. Hoy hablamos de la generación Z, hablamos de la generación Y, de todas estas nuevas generaciones de jóvenes que nos exigen adaptar los contenidos de la educación vial a sus características, porque si yo no lo hago, lo que voy a lograr es que no les presten atención y no hagan suyos los mensajes que queremos que incorporen. La forma de “bajarlo” es otra discusión en la cual uno lleva muchísimos años, casi 30 años en esto. La mejor forma de bajar la educación vial en los niveles iniciales desde la escolarización es a través del propio docente.

Yo no soy partidario de que la educación vial la den los técnicos de seguridad vial, yo soy partidario de que los técnicos de seguridad vial formen al docente en técnicas de seguridad vial y el docente adapte y baje al nivel del adolescente o el colectivo que está educando con sus propios conocimientos de pedagogía, de educación, todo lo que hace habitualmente. Lo que hace el docente es tomar ese conocimiento y adaptarlo al destinatario.

A veces siento que creemos que la seguridad vial tiene una sola forma de comunicación. Las campañas van dirigidas a todos. Es imposible, no se puede hacer una campaña para niños, para adolescentes, para jóvenes, para adultos, para ancianos. Necesitamos, entre la seguridad vial y el ciudadano, esta herramienta poderosa que da la educación, y por eso llevamos trabajando mucho tiempo en esta línea.

Si uno observa la literatura dedicada a la seguridad y educación vial, aparecen libros enormes, que muy pocos leen, pesadísimos, con terminología que, a veces, hasta yo tengo que recurrir a ver que me quiere decir este especialista en seguridad vial, sin darnos cuenta que hacemos de la seguridad vial una disciplina tan compleja que el ciudadano evidentemente no la interpreta, no la entiende y además no le interesa, que es lo más grave. Si nosotros no tenemos la capacidad de mostrar que la seguridad vial nos es necesaria en el día a día, va a ser muy difícil que logremos que el ciudadano se involucre realmente en ella.

E: ¿Cómo lo conseguís?

H: Pues, en el nivel inicial de los jardines de infantes y en el nivel primario, quiero que sean los propios docentes, por todo lo que significa, ya que en los 8 primeros años de escolarización el niño aprende tal vez la mayor cantidad de hábitos y de costumbres que le van a seguir el resto de su vida y, que la mayoría de ellas se las enseña el docente, que tiene ese don, esa capacidad, esa energía, ese compromiso. Pero, nobleza obliga, quiero pedirles disculpas al docente por agregarle una temática más en la enseñanza. Atento a la realidad de los siniestros viales, hasta creo que no basta el perdón sino que debo rogarle que se ocupe del tema. En la nueva propuesta que estamos trabajando, la idea es pedirle que cada año de esos primeros 8 años de escolarización, el docente enseñe al alumno, 2 o 3 conductas seguras en el tránsito para que éste las termine incorporando a su rutina, y así, al final de los 8 años de escolarización, probablemente, tengamos 20 hábitos seguros que mejorará la exposición de los niños –luego adultos- a los riesgos propios del tránsito.

¿Cómo lo consigo? Simplificando la tarea al docente, para que no sienta que le recargo con tantas actividades y, por otro lado, logro que este docente, que es en quien más confía el alumno en los primeros años, haga que ese niño incorpore hábitos que después no va a hacer falta ni volver a hablar porque ya los tiene interiorizados.

En el nivel secundario es distinto porque la metodología de trabajo, de estudio, es distinta. El docente, normalmente, en nivel secundario no es un docente full time. En nuestro país, el docente secundario tiene varias horas en distintos cursos y en distintas escuelas, a veces a fin de año no termina de conocer a todos sus alumnos. Entonces ese no es el mejor referente para que enseñe una disciplina que tiene que ver con la vida. Ahí si creo que tenemos que incorporar alguna disciplina afín, que puede ser la disciplina que tienen que ver con la ética, con la ciudadanía, con la convivencia, y formar a este docente para que desarrolle un programa, también muy sintético, que a los alumnos de primero hasta sexto año en nivel secundario puedan seguir en esta continuidad con lo que recibieron en el nivel primario. Una continuidad para que el niño de 17 años, cuando va a buscar su primera licencia, nos garanticemos que haya tenido todo un trayecto escolar en el que la seguridad vial se convirtió en pequeños hábitos seguros que fue incorporando a su vida.

 

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